La construcción y configuración de la ciudad empieza por un acto de de-lineación. La planeación moderna de la ciudad radica en un diseño estratégico que traza y demarca las redes y servicios conducentes al desarrollo ordenado de sus comunidades. Este proyecto explora y documenta el potencial de una línea, empleada como una herramienta de diseño espacial, para reconstruir, deconstruir y redibujar diferentes percepciones del espacio urbano. En tres acciones fuera de serie, la línea 1. Gestiona el potencial imaginativo de un espacio aprovechando sus usos temporales; 2. Desplaza la frontera entre el espacio público y privado para reactivar el espacio urbano subutilizado; y 3. Configura la participación de la comunidad en sus procesos de auto-gestión. La hipótesis de este ejercicio es que el capital humano, social y cultural de una ciudad se potencia gracias a la percepción significativa que generan sus elementos móviles y transitorios.

Laberinto
En esta acción se simuló un espacio construido, a partir de una línea de cal. El trabajo consistió en intervenir “El Polvorín”, ubicado en la Delegación Gustavo A. Madero, que funcionaba como lugar de paso entre semana, y como cancha de fútbol los fines de semana. El sitio era una región de función indeterminada cuyo efecto -y no propósito- era dividir dos colonias. La finalidad del proyecto fue intervenir el espacio público de manera efímera con la intención de reactivar en el imaginario de los habitantes de ambas colonias el potencial del sitio para integrar a dos comunidades. El centro se convirtió en un espacio de diálogo e intercambio. La conclusión del ejercicio fue que hay muchas maneras de entender lo que es construir, casi tantas como espacios se pueden trazar. Un mero trazo es capaz de re-construir la percepción del espacio, sus usos y costumbres, la memoria de lugar, pero más importante, es capaz de rehacer una comunidad.