La biblioteca se diseñó empalmando la dimensión macro-cósmica con la escala microscópica. Imaginé la biblioteca no como un espacio construido sino como un espacio virtual injertado en la huella digital de un ser humano. Supuse la posibilidad de una tecnología capaz de integrar la gran biblioteca del mundo a un chip dispuesto dentro del cuerpo de una bacteria.
En un pequeño codex se representó la sucesión de escalas que traslapan el universo de la ciudad, el cuerpo arquitectónico, el sistema nervioso de un cuerpo humano, el micro-chip y el bacillus bacterium, de tal manera que, en un espacio reducido, un organismo unicelular da vida a toda la historia, todo el saber preservado en libros y textos de diferente índole durante miles de años.