Inspirados en la noción de andamio, se construyeron siete pequeñas maquetas que hacen una relectura de la ciudad a partir de once objetos recurrentes en el espacio urbano: coladera, espejo, garrafón, embudo, parrilla, escalera, antena, huacal, puerta, corcholata, y llanta son re-significados alternativamente como objeto doméstico, elemento urbano, artefacto en movimiento, y material reciclado. La distorsión de los objetos a partir de una mirilla propone formas lúdicas de habitar entre espacios, de morar en espacios de transición como la rampa, la escalera, el elevador o el túnel. La mirilla también tiene el efecto de meter al observador en dichos espacios; por tanto, se convierte en un artefacto modulador de escalas, en la llave para estar en espacios invisibles.